Así puedes mejorar la convivencia con tu familia
Estamos en casa y muchas situaciones de nuestra vida están cambiando. Y es que hay tantas realidades como personas existen en el mundo: están quienes viven solos, quienes tienen hijos, quienes viven con sus papás, con sus abuelos, tíos, mascotas; en fin, podríamos escribir párrafos enteros y no terminaríamos de enumerar las diversas circunstancias que atravesamos todos. Estas realidades de convivencia familiar se han convertido en nuestro nuevo ambiente laboral, y es por eso que, desde el Comité de Convivencia, queremos darte algunas recomendaciones que harán más llevadero tu relacionamiento durante el aislamiento:
Establece una hora para desconectarte de tus actividades laborales diarias. Con seguridad, habrá una nueva oportunidad para continuar con ellas al día siguiente, al fin y al cabo, así ha sido durante todos estos años.
Aprende a pasar la página: las discusiones de pareja, con los hijos e incluso con los padres son completamente normales y en este momento puede que sean más frecuentes. Ponles punto final rápidamente, evita traer cosas del pasado y verás cómo cada día se vuelve más fácil de llevar.
Cuida de ti: verte y sentirte bien te permitirá estar listo para desarrollar las actividades del día, además, es agradable para quienes conviven contigo y seguramente te hará sentir más motivado para no caer en la rutina. Aliméntate bien, báñate, haz ejercicio, limpia tu hogar, descansa y dedícale tiempo a lo que te brinde tranquilidad. Si cada miembro del hogar se dedica a lo mismo, con certeza la convivencia se hará más sencilla.
Respeta tu espacio y el de otros: el hecho de estar "bajo el mismo techo" no significa que debas compartir el día entero con tu familia al lado. Promueve espacios individuales en los que sientas que te oxigenas y cambias las actividades que se vuelven rutinarias. Esto implica que por momentos debas negociar con tu pareja, con tus hijos o con quien sea necesario para relevarse en las tareas.
Finalmente, todo esto se trata de ser el protagonista de tu propia realidad. No esperes a que otros cambien o a que la situación tome un rumbo distinto.